sábado, 6 de octubre de 2007

Cuando apago la luz


Siempre tuve miedo a la oscuridad, de pequeña en mi dormitorio aparecían sombras que se movían alrededor de mi cama, como si quisieran engullirme en otro mundo. Me acostumbré desde entonces a dormir siempre con una luz cerca. Han pasado los años y aún necesito de ella.

Mi primera hora de sueño es alumbrada por una lámpara de sal, de esas que dicen que limpian las energías. Después me duermo y al rato me despierto y apago la luz. Y sigo durmiendo.

Ya no soy sonámbula. Pero lo fuí durante los 10 primeros años de mi vida. Supongo que nunca llegué a despertar del todo. Aún hoy a veces hablo dormida.

¿Qué es estar despierto?
¿De verdad crees que estar despierto es levantarte por la mañana y como un autómata ir a trabajar un día tras otro porque sí? ¿Vivir el día en la insatisfacción personal? A eso yo lo llamo estar sonámbulo, narcotizado de sistema.

Pasamos la mitad de nuestra vida en el otro lado, en el sueño. Allí el espacio y el tiempo no existen, todo ocurre en una malla del subconsciente, en un plano intangible, no por ello no existente.

A veces pienso que las horas que dormimos sirven a propósitos más allá del descanso para el cuerpo. Sirven a nuestra mente. Un estadio intermedio, un entrenador invisible para cuando llegue la hora del sueño eterno.

Quien sabe...

Cuando apago la luz aquí, la enciendo en otro mundo, en ese lugar donde no importa de donde vienes.

(Foto) Dani

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Intenta mirar en la oscuridad, y me encontraras, así no te guste lo que veas, entonces mira mis brazos, en el izquierdo vislumbraras el camino de la amistad, que lleva hasta mi corazón, en el derecho la fuerza del abrazo que te ofrezca mi protección, buenas noches, amiga prójima.

JuanJo dijo...

Está comprobada la necesidad del sueño en nuestra mente. A modo de compactación de archivos en nuestro disco duro, las neuronas necesitan de ese misterioso funcionamiento nocturno para fijar los recuerdos, y limpiar lo innecesario.

Al fin y al cabo, en la mente también se genera basura y hay que tirarla, pues su acumulación provoca la muerte en pocos días de insomnio.

Es curioso, cómo ese funcionamiento además, está regulado físicamente con los ciclos de 24 horas de la rotación de nuestro Planeta. El paso de la luz a la oscuridad y viceversa que percibimos indiferentes por la ventana, marca las entrañas de nuestra mente y nuestra vida. ¿qué pasaría si los días duraran 240 horas?

raindrop dijo...

Si te interesa este tema, te sugiero que te documentes sobre la onironáutica (o 'sueño lúcido'). Seguro que conviertes en aún más satisfactoria la experiencia de soñar.

Besos