viernes, 19 de octubre de 2007

Cuentos del mono: "El vagón" de Iusse Cors. II Parte

Vais a tener que disculpar mis ausencias. Estoy de mudanza. Durante unos días estaré como el Guadiana.

Besos. Os pongo la continuación del cuento.



Al día siguiente padre estuvo toda la mañana en la ciudad buscando casa mientras mamá seguía desempacando cosas. Mis hermanos y yo salimos a jugar por el campo y preparamos unos ramos de flores frescas para llevarlas a casa, habíamos asumido que aquel vagón iba a ser nuestra casa,. Después de todo no estaba tan mal, teníamos un campo enorme para jugar, nuevos amigos y un montón de rincones y artilugios ferroviarios para inspeccionar.

Decidimos hacer un columpio con ruedas de vagón, travesaños de madera y trozos de cuerdas, así que nos pusimos manos a la obra. Pedro y Julio ayudaban a Juan a mover la rueda del vagón, había que trasladarla. Elisa y yo ayudábamos en lo que podíamos, y así se nos fueron las horas de aquel día, planeando y preparando nuevos inventos.
Y llegó el primer día que íbamos a nuestro nuevo colegio. Nos habíamos puesto de limpio y ya estábamos preparados para salir, pero antes nos advirtió que no dijéramos a nadie que vivíamos en un vagón.

Mientras íbamos por los andenes en dirección a la salida de la estación, me di cuenta que no sabíamos como era la ciudad, no habíamos salido del recinto de la estación desde que llegamos y lo más curioso es que no me importaba, empezaba a disfrutar de aquel entorno de libertad que teníamos en la estación.

Y así, el primer día de clase fue como todos los primeros días de clase, pero aquí todos hablaban con un acento diferente que me hacía mucha gracia. En Cáceres donde nosotros habíamos vivido casi siempre, la gente no era tan dicharachera, íbamos al parque con mamá y luego ya no salíamos de casa, aquí parecía que todo iba a cambiar, había más luz y padre nos prometió que nos llevaría a ver el mar ¡Sí! El mar era algo inmenso que no conocíamos y que muchas veces había imaginado.

Cuando acababan las clases por la tarde corríamos otra vez a nuestro escondite a seguir preparando nuestro parque, que día a día íbamos construyendo, ya teníamos columpios y ahora los chicos estaban empeñados en construirse un coche.

A veces saltábamos el muro que rodeaba la estación para ir a comprar cacahuetes, haciendo esto nos ahorrábamos recorrer toda la estación para salir a la ciudad y a medida que pasaban las semanas aquel muro enorme iba marcando mi pauta de comportamiento. Tras el estaba la ciudad, las buenas formas, mis vestidos de señorita, mientras, aquí dentro estaba la libertad, el descubrimiento, los juegos interminables, y yo siempre tiznada de negro. Mamá nos reñía pero no nos importaba, éramos felices. Un día amanecimos todos, hasta mi padre con las narices negras, el humo del quinqué se nos había pegado a lo largo de la noche en la nariz y mamá tuvo que frotarnos a fondo.

Fue esa misma mañana, cuando todos salíamos a jugar que vimos por primera vez al Sr. Mateo, la primera impresión fue terrible, vimos un hombre debajo de un vagón hurgando entre el carbón, no sabíamos que hacía y pensamos que lo mejor era espiarle, después de mucho rato, salió de allí abajo todo despeinado y tiznado hasta los pelos con un saco lleno de carbón y nos vio, el susto fue mayúsculo.

... Continuará.

6 comentarios:

Fibonacci States dijo...

Te veo preocupado Carlos, no entiendo por qué. Si te da tranquilidad te lo cuento...

Cors es el apellido de uno de mis abuelos y Iusse es mi nombre de pila al revés.

Esta es la historia de alguien, una pequeña aventura vivida por alguien cuyo nombre sabrás al final de la historia. Besitos.

La paciencia es la madre de la ciencia dicen... Yo digo que tu impaciencia te impide disfrutar de la lectura. Si te pongo tan nerviosa o te incomodo, no hace falta que dejes aquí tus comentarios. Puedes leerme y no opinar. Así de sencillo corazón.

Por la pintura, si te interesa saber quien es el autor, te recomiendo que mires bien la foto, está la firma de su autor. Búscala.

¡Salud!

Carlos Alberto dijo...

Susana: Creo que si hubiera estado a tu lado cuando dijiste corazón me habrias dado unas palmaditas en la cabeza.

La primera parte me hizo recordar de inmediato a Billy Bob Thornton, el actor y director de cine norteamericano. Cuando era niño era muy pobre y vivía con sus padres y sus hermanos en una casa rodante en el campo. En una entrevista que le hicieron dijo: «Éramos pobres, pero felices... Algo así.» Y todos rieron por el cariño y la simpatía con que recordaba los años de su niñez. ¡Saludos!

Carlos Alberto dijo...

Susana: Thomas Fearnley Norsk. Acabo de ver otras pinturas suyas en Internet. ¡Es sencillamente fabuloso! De pronto me he sentido emocionado por la inquietante belleza de sus imágenes. Es curioso, considerando las emociones de la niña del cuento, que su nombre incluya la palabra FEAR (miedo, temor.) ¡Saludos!

Posdata: Si mis comentarios ya te están hartando, no te preocupes. No eres la primera en sentir eso. Suelo irme solo, no hace falta que me echen.

Anónimo dijo...

¡Esta historia es bellísima!

raindrop dijo...

Susana: sí, también hay otros lectores escondidos en el silencio.

:)

Anónimo dijo...

oooO
( ) Oooo
) / ( )
(_/ ) /
(_/
Alexis estuvo aquí, seguira pasando y seguira esperando.
Muassss